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¡Muerte a la silla-guardarropa!

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Andaba yo con demasiados remordimientos. Que si deje de redactar, que si patatín, que si patatán. Cara falta que me ocurriese algo épico para sentir la necesidad de compartirlo sin sentirme culpable por no dar demasiadas explicaciones a mis lectores.

Y ha ocurrido. Y no es ninguna de esas cosas supermotivadoras que se hacen virales en Fb. Es más bien, uno de esos logros personales bastante tontos que solo me hacen saltar a mi de satisfacción, mientras que mi pareja levanta una ceja y suspira como quien ve a un cachorrillo feliz persiguiendo una mosca.

Esta semana he logrado librarme de mi silla-guardarropa, tras veinte años de riña. Y ha alterado mi vida.

Desordenada en rehabilitación

Hace un buen tiempo os contaba que ser minimalista no implicaba ser ordenado. En verdad, soy bastante desorganizada. Los libros y lapiceros sobre la mesa, los vasos en la encimera, y como es natural, mi ropa hecha una bola encima de una silla o bien mueble X.

Si, tener pocas cosas produce mucho espacio, y es más simple tener las cosas en orden… ¡mas hay que saber ordenar y organizar tus cosas!

Mucha gente piensa que para ser ordenado no hay que tener un doctorado, sino un tanto de voluntad y no ser un haragán perdido. Mi abuela afirmaría que a mi lo que me pasa es que “me pesa el culo”. Ordenar es una cosa que en teoría todos deberíamos saber hacer por ciencia infusa o bien viendo a los adultos hacerlo. Mas verdaderamente creo que ser organizado es una cosa que debes aprender, igual que aprendiste a cocinar. E inclusive como en la cocina, si bien probablemente te enseñaron a hacer una buena tortilla, va a haber miles y miles de formas de hacer tortillas mejores. Una vez aprendes y afinas un sistema que te marcha, ser ordenado se convierte en parte de ti, como te vistes por la mañana o bien te cepillas los dientes de noche.

El orden terminante para mi ropa

La silla-guardarropa nació en mi adolescencia, cuando mi madre ceso en sus intentos de que metiese las cosas en el guardarropa, pensando que me fatigaría de bordear la grande montaña de ropa. Han pasado veinte años.

No tengo demasiada ropa, mas meterla en el guardarropa siempre y en toda circunstancia me ha dado mucha vagancia. Colgarla en perchas: Que si busca una percha, que si sácala, cuélgalo, la percha resbala, métela, no entra, se ha caído, necesito una percha con pinzas etc. Entonces el eterno problema de “ropa recién lavada vs ropa con uno o bien 2 usos ¿deben entremezclarse?”. Al final la ropa que utilizaba termina en la silla, cumpliendo su ciclo de vida hasta regresar a la lavadora. Y la ropa limpia en el guardarropa olvidada a lo largo de semanas, en tanto que la ropa de la silla estaba más a mano.

Y de esta forma hasta el momento en que esta semana acabo en mis manos el renombrado libro “la magia del orden” de Marie Kondo, del que me encantaría redactar una recensión más a fondo.

Al principio no estaba muy persuadida, por el hecho de que creí que seria otro libro de formas eficientes de almacenaje, cosa que solo me semeja una disculpa para tener exactamente la misma cantidad de basura de siempre y en toda circunstancia, mas muy ordenadita. Y lo que son los prejuicios. El libro coge tanta fama que no podía eludir meditar que no seria tan bueno (¿?). Entonces vi que su línea era más bien minimalista, y me lo acabe pimplando en 2 tardes. Me ha animado a reordenar toda la casa.

Para no exender este artículo, en mi guardarropa aplique 2 reglas de oro del libro: Conserva lo que te hace feliz y ordénalo por categorías, no por zonas.

Un guardarropa para domínalos a todos

Con el sistema de orden por categorías de Marie Kondo solo necesito 3 ménsulas en el armario:

  1. Partes de arriba (esto incluye vestidos)
  2. Lanas (que son pero grandes)
  3. Pantalones (esto incluye pantalones, leggins gorditos y faldas).

La lencería, medias y calcetines van en un cajón aparte. Con el sistema de “doblado” de la ropa en vertical que plantean en el libro he aprendido a poner toda la ropa en una misma superficie y de esta forma tener una visión general de lo que tengo (agrego un vídeo al final del artículo). Magia. Nada de perchas. Ya no tengo disculpa. Ropa limpia atrás, ropa utilizada al frente. Las cuatro perchas que he dejado se han quedado para los cuatro abrigos que tengo, los que no necesito descolgar todos y cada uno de los días.

Comprendí que mi inconveniente de desorden con la ropa tenia 2 motivos: aborrecía las perchas y no lo sabia y me faltaba un procedimiento efectivo que me ofreciese algo positivo alén de «que absolutamente nadie sepa que vivo así». Ahora la habitación está despejada y ver algo fuera del guardarropa chirria, por el hecho de que ese pobre pantalon tiene un sitio ordenado, bonito y fácil donde vivir (sin terribles perchas escurridizas).

Ahora el próximo paso es darle otro buen repaso a toda la casa, en tanto que hace como dos años que no reviso mis cosas. Ya os voy a ir contando ;).

Y , ¿de qué manera organizáis vuestra ropa? Me encantaría escuchar vuestras experiencias.

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