La sabiduría que conseguí al criarme en una familia de reducidos ingresos son incontables, y no cambiaría esas lecciones de vida por nada.
- Las personas valen mucho más que las cosas.
- Enseñar a sus hijos a vivir es mucho más esencial que cualquier cosa que se pueda adquirir con dinero.
- Es pasmoso lo poco que se precisa para subsistir si aprendes a “arreglártelas” y también improvisar.
- No es preciso tener algo para quererlo y gozarlo.
- Las experiencias con sus seres queridos crean los recuerdos más apreciados, y la mayor parte de las veces no cuestan nada. Los recuerdos son ligeros, no ocupan espacio, no se pueden hurtar, no precisan mantenimiento y jamás ocasionan preocupaciones. Invertir en ellos es interminablemente más sabio que amontonar cosas.
- Es inteligente arrendar una casa si la “propiedad” requiere endeudarse y vivir sobre sus posibilidades.
- Tener un auto y no deber nada a absolutamente nadie es más prudente que endeudarse para tener 2.
- Los seres queridos en duelo no deben cargar con la carga auxiliar de lidiar con el exceso de posesiones descuidadas.
- Trabajar duro jamás herirá a absolutamente nadie. De hecho, existen pocas cosas más gratificantes que llenar un duro día de trabajo.
- Cuando mueres, no te llevas nada de la tierra y lo primordial que debes dejar es el legado de una vida amada.
Post original en becomingminimalist.com