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El hipocondriaco mental

Yakshas de terracota

Yakshas de terracota

—Es que soy científica, necesito comprenderlo, examinarlo, estrujarlo… ¿por qué razón me siento tan triste?¿por qué razón me siento de esta manera? Esta mañana note un sensación de alegría mas apenas diez minutos después pensaba en otra cosa… y me siento…. Y dejo que…yo habría de ser feliz, FELIZ… ¿mas por qué razón?…. (mirada al vacío con cara de quien pierde el tren)

—Nena, tu bien sabes de forma perfecta como te sientes y porqué, ahora deja de darle vueltas y busca soluciones.

Mientras apuraba el café, en mi psique sonó el eco de una colleja invisible de forma directa en mi nuca “PLAS”. Probablemente era verdad. Él llevaba razón. Me obsesionaban tanto mis procesos mentales y mi “bajón” que ni me había planteado que era eso, una obsesión.

Obsesión y también hiper-percepción

El hipocondriaco se obsesiona tanto con su salud que se vuelve hiper-perceptivo de sus procesos vitales: Los latidos del corazón, un picazón en la pierna, un lunar en el brazo que probablemente lleva ahí dos años mas que tu has visto ya, esa mácula en la encía (ahhh, era un resto de comida). Esa llamémosla “hiper-percepción” hace que tu psique asocie cualquier cambio que se advierta con el comienzo de una enfermedad grave: tengo más temperatura que el día de ayer, el día de hoy he tosido 3 veces, tengo pinchazos en un lado del estomago, etc.

Un caso afín es el del nictofóbico, quien tiene temor a la obscuridad. Cuando has visto una película de temor y se apagan las luces, te haces hiper-perceptivo a los sonidos que te rodean. Los muebles crujen, los electrodomésticos zumban, el vecino pasea, el viento mueve las hojas de los arboles, los cables o bien los toldos. Un festival de sonidos que te acompañan diariamente, mas de los que no eres consciente hasta el momento en que tu psique los convierte en espectros y ladrones.

¿Y en el momento en que nos obsesionamos con nuestro estado de animo?¿No estoy suficientemente feliz?¿Ahora un tanto triste? Ay ahora insegura… seguro que tengo un arduo problema y…

Poniendo gordo a tu trasgo interior

Contaba mi querido Chocobuda una historia que me viene al pelo en uno de sus cursos de meditación. Se trata de una fabula tradicional hindú que cuenta como en el reino de los cielos había un espíritu de los arboles que se llama yakṣha (यक्ष, que es el símil de nuestro trasgo o bien de los demonios bromistas), que se dedicaba a hacer el cafre por ahí por el gusto de incordiar.

Pues un día el jefazo supremo de los cielos, Brahma, se marcho a un largo viaje y ahí fue cuando el amigo yaksha, por el simple gusto de fastidiar y reírse un tanto, se sentó en el trono sagrado del master. En esa, el resto de los dioses y seres que andaban por ahí se cogieron un señor cabreo pues el yaksha estaba ahí sentado, en el trono del más reverenciado de los dioses, lo que era una ofensa y también inadmisible. Conque a fin de que se bajara de ahí comenzaron a insultarle y a ponerle fino. Mas hete aquí, oh desazón, oh desolación, que cuanto más se enfadaban con él, el yaksha se ponía cada vez más y más gordito, más grande y de ahí no lo movía ni la grúa.

Así paso el tiempo hasta el momento en que volvió Brahma de su viaje y vio el percal. Solamente percatarse de lo que pasaba, calmó los ánimos y comenzó a quitarle relevancia al tema, encomiando al espíritu guasón y obsequiándole la oreja con agasajos “Que señorial te ves en ese trono ¿verdad?”. Para sorpresa de los asistentes, el yaksha se fue haciendo pequeño, pequeñito… hasta el momento en que desganado de la situación se largo.

La idea es sencilla: en el momento en que nos obsesionamos con nuestros yakshas interiores, los hacemos fuertes, los muebles crujen, los espectros salen, las tareas son mas difíciles y los lunares de nuestros brazos semejan más grandes. Cuando estas triste, aburrido, atemorizado, temeroso o bien inseguro no pasa nada. Es una parte de nuestra naturaleza. Es fabuloso que lo identifiques, que te pares, y que procures la causa. Mas no podemos quedarnos ahí, no podemos darle vueltas y vueltas a lo largo de semanas, masticándolo como un chicle hasta el momento en que no tenga sabor. Tras identificarlo podemos dar el próximo paso: buscar soluciones.

Por ejemplo, en el momento en que me sienta “depre” ya no voy a estar 2 horas en el sofá dándole vueltas : porqueeee porqueeee, he de ser felizzz, felizzzz….. va a ser pero productivo observarme desde una perspectiva más alejada: estoy triste y angustiada, mas se que es por un desorden hormonal, por un proceso de mi psique o bien por la razón X. Aun si no se pues es, no podré eludir sentirme de esta manera por arte de birlibirloque. Lo mejor que puedo hacer es no obsesionarme con esto, verlo con perspectiva y ocuparme de otra cosa. No debo obsesionarme con ser feliz continuamente, ni tampoco con ser infeliz. Todo es pasajero, intemporal y me ira bien.

Cuando te sientas que no vales, que no eres bueno, que no tienes ganas, que hay gente mejor que , que a fin de que incordiarte, recuerda ese yaksha gordo sentado en tu trono mental y no te obsesiones con su presencia. Podemos admitirlo  y buscar una solución creativa a fin de que se vaya solo.

¿Y , estas poniendo gordo a tu yaksha?

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