Utilidad vs alegria o bien que hago con las carpetitas de mi ex-

photo_2016-04-08_11-34-11

Uno de los principios que más me llamó la atención del libro «La magia del orden» fue:

Conserva aquello que te de alegría. Y para decidir que te da alegría no vale solo con mirar las cosas. Hay que tocarlas, sentirlas y percibir que te afirman.

«Tontería» pensé.

Es cierto que agrada mucho el trasfondo animista del libro, super japonés, en el que se trata a los objetos tal y como si tuviesen ánima. «Hola casa», «Gracias calcetines por cubrir mis pies todo el día». Puede parecer infantil, mas no deja de ser un ejercicio de agradecimiento por lo que tenemos y darle valor. La autora del libro emplea ese principio para asistirnos a crear orden por culpabilidad:

«Pobre calcetín, ahí hecho una bola tirado bajo la cama, hay que procurarle un hogar donde dormir tras trabajar duro en tus pies todo el día ¿no?».

Tiene su gracia.

Pero una cosa es respetar y mimar tus cosas y otra es precisar tocar algo para saber si lo quieres. ¿No puedo tener una relación a distancia con mis cosas? Con verlas o bien saber que están ahi sabré si lo quiero conservar o bien no. ¿No?….¿no?…

Utilidad vs alegria.

Bueno puesto que tras un año desde la remata mudanza y super motivada con el libro llegó la hora de un nuevo repaso a toda la casa. Tirar/regalar/donar lo que sobraba y de paso, instituir orden en las cosas que se quedasen. Al finalizar, todo iba a tener un hogar donde vivir.

Como mi ropa y mis libros estaban ya bajo control, comencé sacando las cosas de una caja donde guardo todo el material de oficina y que tenia bastante gana de meterle mano. Dragones podían salir de ahí. Con lo que tras veinte cartulinas, un bulto de papel fotografico, unas laminas de caucho EVA y muchos papeles que se fueron al reciclaje, aparecieron cuatro carpetitas azules de las de siempre, de esas que llevábamos al cole cuando éramos pequeños.

Una-carpetita-es-útil. Una carpetita sirve para guardar cosas y sostener orden, afirmó mi robot cerebral. Como un automata agarré las carpetitas para moverlas al montón de «útil». Mas ya me quede mirandolas… Y empece a observar los detalles. Un rasguño de boli acá, una doblez por allá…¿como habían llegado esas carpetitas a mi vida? Al tocarlas me transporté a ese instante nueve años atrás en el momento en que una vieja relación las había comprado. Una tenia una raya en color negro. Si, él… que mal rollo…que malos recuerdos… por una cosa que guarde acá una vez discutimos… Esta carpetita es útil, mas me trae recuerdos amargos. Esta carpetita no me trae alegría… ¡ESTA CARPETA DEBE SER ERRADICADA!

Cuando tiré esas cuatro carpetitas azules tuve la sensación de haber tirado una mesa camilla forjada en hierro. Había cargado nueve años de mi vida esas carpetitas por el hecho de que eran útiles, servían para guardar cosas en su interior, y que narices, eran carpetitas no cartas de amor. Parecían muy inocentes, mas ya cara mucho que esas carpetitas cargaban una mezcla entre amargura y cargo de conciencia  en plan «no tires algo que no esta roto y es util». cuatro pedazos de celulosa prensada y cuantas emociones inoculadas en ellas. Y probablemente otra persona pueda aprovecharlas y producir nuevos recuerdos positivos sobre ellas. Somos increíbles.

Al final, coger las cosas con las manos, sentirlas y meditar sobre que te hacen sentir puede asistir a la hora de deshacerte de objetos que en un comienzo no parecía haber motivo para tirar, mas que te revuelven algo raruno en tu interior. Algo tan plano, ligero y útil como una carpetita me pesaba más dentro que un guardarropa.

Punto para la nipona.

You win this time.

Deja un comentario